El yacimiento arqueológico se asienta entre dos unidades geomorfológicas bien definidas. Por un lado, se encuentra enmarcado por el relieve producido por las rocas del anticlinal de Sartaguda (Navarra), un pliegue de hasta 406 metros de altitud, orientado de noroeste a sudeste y formado por rocas sedimentarias miocenas entre las que destacan yesos, arcillas, areniscas y calizas. Por otro lado, limita con el río Ebro, entre cuyos meandros se abre una serie de terrazas fluviales de cronología pleistocena y holocena, formadas por gravas poligénicas y arenas y arcillas en proporciones variables, con clastos de calizas, cuarcitas, areniscas y microconglomerados, localmente cementados por carbonatos. Entre las distintas terrazas, se documentan también varios meandros y cursos abandonados, con características litológicas similares. En el marco de Resa se distinguen, atendiendo a la nomenclatura operante en la sección de arqueología del Gobierno de Navarra, dos yacimientos diferenciados.
El yacimiento Resa-1 abarca el denominado «cementerio de los moros», un amplio canchal (depósito de coluviones en la base del anticlinal) situado sobre la amplia terraza fluvial conocida como La Veguilla. El yacimiento se encuentra en el límite del espacio inundable durante los periodos de recurrencia de cincuenta años. Los trabajos arqueológicos realizados hasta la fecha se han centrado principalmente en esta área, definiéndose dos sectores de excavación: el sector 1/100, situado en un punto elevado del canchal a una altitud aproximada de 320 m s. n. m. (iglesia, lagar y tumbas); y el sector 1/200, localizado a unos 50 metros de la anterior, sobre la superficie de La Veguilla a una altitud aproximada de 305 m s. n. m. (villa romana).
El yacimiento Resa-2 engloba un conjunto de cuevas abiertas en la pared rocosa miocena con un control privilegiado sobre el valle del Ebro. Entre ambas zonas, las vegas del Ebro están actualmente dedicadas a cultivos intensivos de regadío, aunque perduran aún algunos fragmentos de sotos y áreas arboladas, especialmente en los puntos más cercanos al Ebro. En el momento en que arrancaron los trabajos, el yacimiento Resa-1 se encontraba fuertemente afectado por la extracción mecánica de tierras con el objetivo de reforzar las defensas del Ebro, realizada entre 1975 y 1977. Estas operaciones habían supuesto la apertura de una amplia trinchera en el canchal, en cuyo cantil quedaron expuestos restos de varios enterramientos dentro de una secuencia estratigráfica de gran potencia. dicha trinchera sirvió como referencia para la realización de los primeros trabajos a partir de 2019. Por el momento, el yacimiento no está acondicionado para ser visitado. Los accesos son complicados y no se dan las condiciones de seguridad exigibles; además, los sectores de excavación están cubiertos para evitar que se estropeen con el viento y la lluvia. En un futuro no muy lejano se espera que se pueda adecuar para que el público lo conozca.