Muro de la villa romana
La villa romana
La villa romana se encuentra situada a 1,70 metros de profundidad. Es una edificación de época del Alto Imperio romano (siglos I-II d. C.), probablemente un centro productivo agrícola que, además, se encontraba próximo a la ciudad de Calagurris (Calahorra, La Rioja). Los restos encontrados están formados por un gran muro que alterna fábrica de mampuestos con sillares ciclópeos. Perpendicularmente tiene adosado un muro de fábrica de mampostería, de peor calidad y dimensiones menores. El muro principal presenta una alineación este-oeste. Su desarrollo hacia el este fue destruido por las remociones de tierras aportadas a las defensas del río Ebro a finales de los setenta del siglo pasado. Por el oeste se inserta por el cantil. Se desconoce hasta donde se prolonga. El muro perpendicular es de peor factura y su cimentación se sitúa a cotas superiores. Asociados a estos restos constructivos se han documentado depósitos con fragmentos de tégulas, ímbrices y ladrillos. También, se han documentado unos pocos restos de vasijas, de sigilata hispánica, así como algunos restos óseos de fauna doméstica. Estos depósitos se sitúan a ambos lados del gran muro, a una cota similar y marcan el nivel correspondiente al abandono del uso de dichas construcciones. Estas estructuras forman parte de una edificación o conjunto de edificaciones cuyos restos también fueron destruidos por las remociones. Los grandes bloques ciclópeos de arenisca dispersos por el entorno formaban parte de esta realidad. De momento, no se va a continuar excavando en este lugar.
Iglesia
La iglesia
La iglesia es una de las dos que tuvo Resa, posiblemente la dedicada a Santa María. Se encuentra situada en el centro del promontorio sobre el que se asienta el yacimiento y es el elemento más importante excavado hasta el momento. La información recabada hasta el momento permite afirmar que el edificio corresponde a una iglesia prerrománica de planta basilical con cabecera única de planta semicircular y separadas ambas por un coro o presbiterio. Está construida en mampuestos de tamaño irregular fabricados con materiales procedentes del lugar y unidos con fragmentos de mortero elaborados también con yeso. Al ser estos componentes muy erosionables, debió de exigir continuas labores de mantenimiento, en particular el enlucido de los muros. El cuerpo principal forma una nave rectangular de 9,32 metros de longitud y 5,39 metros de anchura, formando muros de 45-50 centímetros de grosor. Los muros norte y oeste forman entramados continuos sin trazas de aberturas. El muro sur presenta un hueco en su parte central, en la que se ha colocado una gran losa de yeso que hace las veces de umbral de acceso hacia el interior. En la parte exterior del muro se extiende un pavimento de lajas y piedras de sección alargada, posiblemente correspondiente a un espacio porticado frente al acceso al edificio. El muro este, que separa la nave de la cabecera del edificio, presenta una abertura en su parte central, a cuyos lados se han colocado dos bloques recubiertos de argamasa, dispuestos de forma longitudinal a modo de bancos corridos. Entre el derrumbe del edificio se han localizado dos grandes pilares monolíticos, realizados en yesos, probablemente las jambas de una portada monumental que coronaba esta abertura. Uno de ellos presenta dos hendiduras hacia la mitad de su altura que originalmente debieron de servir para encajar una cancela con funciones litúrgicas. Tanto el interior como el exterior de la nave presentan evidencias de haber sido recubiertos con un enlucido de yeso, tanto en las paredes interiores como, al menos parcialmente, en las exteriores, donde se conservan las marcas del encofrado. Un fragmento de carbón englobado en el enlucido interior ha proporcionado una datación situada entre la segunda mitad del siglo XI y el primer cuarto del XIII. La cabecera está formada por dos espacios: un coro o presbiterio rectangular y un ábside semicircular de planta ligeramente en herradura. En el coro, el pavimento estaba compuesto por una mezcla de yeso y tierra batida, apoyado sobre un zócalo que se extiende por todo el edificio. También, se ha identificado un pequeño "murete" en el muro este de la nave, además de numerosos sillares y pilares que parecen haber formado parte de una estructura ornamental, posiblemente arcos interiores. Estos elementos, realizados en yeso, refuerzan la idea de que el interior de la iglesia tenía un diseño más elaborado. El ábside conserva en buen estado su nivel de uso, donde destaca un entramado central compuesta por bloques de yeso unidos con argamasa, interpretada como los restos de un altar. Este ara, a diferencia de lo habitual, no se apoya directamente contra el muro perimetral del ábside. También, se ha identificado otra estructura formada por tres sillares de yeso superpuestos, que podría haber funcionado como un pilar auxiliar. Entre los escombros del derrumbe de los muros perimetrales, que cubren casi todo el interior del edificio, se han encontrado fragmentos de cerámica torneada, de tonos grises y anaranjados, algunas con esmaltes verdes y melados. En la parte norte, un fragmento del muro aparece como un solo bloque derrumbado. Estas características subrayan la complejidad y la riqueza arquitectónica de la iglesia, confirmando su relevancia dentro del yacimiento.
Lagar medieval
El lagar
El lagar es de época medieval y se caracteriza por una solera y paredes elaboradas en un mortero de cal o yeso de gran finura. La estructura presenta una planta rectangular, con el orificio y el canal de desagüe en excelente estado de conservación, que conducen, a través de una piedra vertedera, hasta la pila destinada a recoger el mosto. El lagar se encuentra en el contexto de la necrópolis, lo que sugiere una estrecha relación entre la actividad agrícola y el entorno funerario de la época.
Exhumación
La necrópolis
En la necrópolis se han identificado hasta el momento cuarenta y dos tumbas, de las cuales treinta y siete presentan algún tipo de entramado. Esto indica que el espacio funerario no se limitaba únicamente a los alrededores de la iglesia sino que abarcaba una zona más extensa. Durante las intervenciones se han documentado quince sepulturas, de las cuales doce han sido exhumadas por completo. Entre estas, cuatro son simples fosas, otras cuatro presentan formas antropomorfas y tres cuentan con estructuras de lajas compuestas por bloques planos de piedra que recubren las paredes de la fosa. De las trece tumbas mejor conservadas, once mantienen cubiertas formadas por lajas planas, independientemente del tipo de fosa. Estas cubiertas suelen estar compuestas por entre dos y cuatro lajas, dependiendo de la longitud de la sepultura. En dos de las tumbas se han hallado fragmentos de madera que probablemente corresponden al ataúd o a las parihuelas utilizadas en el enterramiento. En las doce sepulturas excavadas se ha recuperado un mínimo de dieciséis individuos. En la mayoría de los casos se encontró un único cuerpo, aunque en una tumba aparecieron dos individuos y en otra hasta cuatro. También, destacan dos sepulturas que contenían únicamente material antropológico en posición secundaria. Un caso notable es un enterramiento doble que albergaba a una mujer joven junto con un feto de entre treinta y cinco y treinta y ocho semanas de gestación. El embrión habría sido colocado entre los fémures, envuelto en tela, sugiriendo que podría tratarse de su madre. Se ha estimado el sexo de ocho adultos: cuatro mujeres y cuatro hombres. También, se ha calculado la estatura de cuatro de ellos: aproximadamente 1,50 metros en las mujeres y 1,68 metros en los hombres. Las patologías más comunes incluyen desgaste dental, caries y problemas articulares, especialmente en la columna vertebral. Los análisis han permitido establecer la secuencia cronológica del asentamiento medieval, que abarca desde el siglo VI hasta el XIII. La fecha inicial de la necrópolis es notablemente anterior a las primeras referencias documentales. Parece claro que la mayoría de los entierros se produjeron entre los siglos XI y la primera mitad del XIII, coincidiendo con el periodo de mayor relevancia documentada de la iglesia.
Cuevas
Las cuevas
Se han inspeccionado las trece cuevas ubicadas en el cortado y que sirvieron de refugio en momentos de asedios. Aunque no se han encontrado inscripciones ni restos significativos, sí se ha documentado la presencia de yeso. Una de las cavidades conserva restos de mampostería en su entrada, junto con semillas, principalmente de gramíneas. Además, aún es visible una línea de saeteras y los vestigios de una estructura que parece haber sido una torre semicircular, aunque en muy mal estado de conservación. Todas las cuevas están alineadas y se sitúan a una altura de 30 metros sobre el nivel del suelo. Según los registros históricos, ya se encontraban abandonadas en 1380.